Superacion de la muerte

 

Durante el curso de la existencia, diferentes tipos de energía fluyen por el organismo
humano. Cada tipo de energía tiene su propio sistema de acción; cada tipo de energía se
manifiesta a su tiempo. A los dos meses de concepción tenemos la función digestiva, a los
cuatro meses y medio de la concepción se manifiesta la fuerza motriz y muscular, esto va
relacionado con el nacimiento de la función respiratoria y pulmonar. A los diez meses y
medio, el crecimiento, con todos sus maravillosos metabolismos y los tejidos conjuntivos.
Entre los dos y los tres años del niño, se cierra la fontanela frontal de los recién nacidos,
quedando de hecho el sistema cerebro espinal perfectamente formado.
Durante los siete primeros años, se forma la personalidad humana. A los 14 años
aparece la energía personal, fluyendo avasalladoramente por el sistema neuro simpático. A
los 35 años aparece el sexo en su forma trascendental de emoción creadora. Es al llegar a
esta edad cuando podemos fabricar eso que se llama Alma. El hombre normal no tiene Alma,
mejor dicho, todavía NO es hombre ni tiene Alma.
El animal intelectual, falsamente llamado hombre normal, es una máquina controlada
por la legión del "YO"; éste es pluralizado. "Debo leer un libro", dice la función intelectual;
"me voy a un partido de fútbol", dice la función motriz; "tengo hambre, no iré a ninguna
parte", declara la digestión; "prefiero ir a donde una mujer", declara el "yo" pasional, etc., etc.,
etc. Todos estos "YOES" riñen entre sí. El "yo" que hoy jura fidelidad a la Gnosis, es
desplazado por otro que odia a la Gnosis. El "yo" que hoy adora a una mujer es desplazado
después por otro que la aborrece. Sólo fabricando ALMA establecemos un principio
permanente de Conciencia dentro de nosotros mismos. Aquel que tiene Alma vive consciente
después de la muerte. El Alma puede ser creada con la acumulación de energías más
sutiles, que el organismo produce, y su cristalización a través de supremos esfuerzos para
hacerse auto-consciente en forma total y definitiva. Desgraciadamente, el animal intelectual
llamado hombre, gasta torpemente estas energías en apetencias, temores, ira, odio, envidia,
pasiones, celos etc., etc.
Es urgente crear la voluntad consciente; es indispensable someter todos nuestros
pensamientos y actos al JUICIO INTERNO. Sólo así podemos crear eso que se llama Alma.
Necesitamos auto-conocernos profundamente para crear ALMA.

 

Dos cosas van al sepulcro: la primera es el cuerpo físico, la segunda es la
personalidad humana. Esta última, como ya dijimos, se forma durante los primeros siete años
de la infancia, y se robustece con las experiencias. A veces, la personalidad deambula por el
cementerio; otras sale de su sepulcro cuando sus dolientes la visitan y le llevan flores. Pero,
poco a poco la personalidad se va desintegrando. La personalidad es energética y atómica.
La personalidad es perecedera. No existe ningún mañana para la personalidad del difunto,
ella es mortal.
La personalidad no se reencarna. La personalidad es hija de su tiempo y muere en su
tiempo. Aquella que continúa es la ESENCIA, es decir, el FANTASMA DEL MUERTO. Dentro
de dicho fantasma se desenvuelve el EGO REENCARNANTE el "YO", el MÍ MISMO. Este
último es legión de diablos que continúan. Es falso dividirnos entre dos "yoes", uno de tipo
inferior y otro de tipo superior. El "yo" es LEGIÓN DE DIABLOS, que se desarrollan dentro de
nosotros mismos, eso es todo.
Mucho se habla en la literatura ocultista de un "YO" SUPERIOR, de un "YO" DIVINO,
pero resulta que ese "YO" SUPERIOR no es tal "yo". La SEIDAD DIVINA trasciende de todo
yoismo. Aquello que no tiene nombre profano es el Ser, el Intimo.
La ESENCIA es molecular; la esencia, el fantasma del muerto, vive normalmente en el
mundo molecular, así como en el mundo físico usamos un cuerpo celular, en el mundo
molecular, usamos un cuerpo molecular.
El "Libro Tibetano de los Muertos" dice textualmente lo siguiente: "¡Oh! Noble por
nacimiento... tu cuerpo presente, siendo un cuerpo de deseo... no es un cuerpo de materia
grosera, así que ahora tú tienes el poder de atravesar cualquier masa de rocas, colinas,
peñascos, tierra, casas, y el Monte Meru mismo, sin encontrar obstáculo... Estás ahora
provisto del poder de las acciones milagrosas que, empero, no es el fruto de ningún
Shamadi, sino del poder que viene a ti naturalmente... Tú puedes, instantáneamente, llegar a
cualquier lugar que desees; tienes el poder de llegar allí en el tiempo que un hombre tardaría
en abrir o cerrar la mano. Estos varios poderes de ilusión y de cambio de forma, no los
desees, no lo desees".

 

En el momento de la muerte, y durante los tres días y medio siguientes a la muerte,
nuestra Conciencia y nuestro juicio interno son liberados por la descarga electrónica.
Entonces vemos pasar toda nuestra vida en forma retrospectiva. La descarga es tan fuerte
que el hombre cae después en un estado de coma y de sueños incoherentes. Sólo aquellos
que poseen eso que se llama Alma pueden resistir la descarga electrónica sin perder la
Conciencia.

Realmente, la repetición automática de hechos, tiene por objeto hacernos conscientes
de nuestros propios errores, esa es la ley. Desgraciadamente ya nada podemos hacer. Todo
se repite en su tiempo y en su hora conforme giran las manecillas del reloj. Para cambiar las
circunstancias externas, tenemos nosotros que cambiar primero internamente. Sólo podemos
cambiar internamente fabricando Alma y Espíritu, es decir, poseyendo el Ser. Sólo el Ser
puede hacer.

Todo lo que ven los desencarnados está dentro de su propia mente. Los estados
devakánicos de que hablan los libros teosóficos y rosacruces, así lo aseguran. El estado de
inconsciencia en que caen los desencarnados bajo el choque electrónico, es algo muy
lamentable, porque aún cuando éstos gozan con la dicha de las regiones moleculares, no
están suficientemente conscientes como lo estaría un Adepto de la Logia Blanca. Sólo
quienes han adquirido Alma viven conscientes de las Regiones Superiores del Universo.
Los desencarnados comunes y corrientes, proyectan en la atmósfera molecular sus
propios anhelos y aspiraciones, y sueñan con ellos viviendo en perfecta felicidad. Los
Adeptos no sueñan porque despertaron la Conciencia, y viven dedicados en esta región a
trabajar, de acuerdo con las grandes Leyes Cósmicas, en el laboratorio de la Naturaleza.
Esto no significa que los desencarnados no gocen con el paisaje o los paisajes en el Paraíso.
Naturalmente ellos son infinitamente felices con su ambiente de felicidad.

 

El Mundo Electrónico es el mundo Solar de la luz, el mundo del Espíritu.
Quienes tienen Espíritu, quienes poseen un cuerpo electrónico, ejercen poder sobre
los mundos molecular, celular y mineral. Quienes poseen cuerpo electrónico, están en
condiciones de ayudar a sus discípulos a crear sus propias Almas. Todo verdadero instructor
enseña a sus discípulos a crear Alma. Todo hombre con Alma es un verdadero reformador.
El hombre con Alma puede ayudar a sus discípulos enseñándoles la teoría de la adquisición
de su Alma. Pero sólo un hombre que tenga un cuerpo electrónico, podrá trabajar con esos
embriones de Almas en la misma forma en que un hombre con cuerpo celular puede trabajar
con los minerales de la tierra.
Se han exagerado ciertas afirmaciones que dicen que el ser humano tiene Alma y
Espíritu. Realmente dentro de la esencia humana existe una fracción del Ser Causal, pero
esa fracción sólo es la Materia Prima que la vida nos ha dado para fabricar ALMA.
Quien fabrica Alma se fusiona con la Gran Alma Universal.